En La gran separación (Stock), gran separación de la coreografía escabrosa, del señor Jean Cocteau, se remarcan también numerosas separaciones de conducta. Este libertinaje pasa en un pequeño mundo enguantado y desmoralizado donde «el corazón no se usa más». Su modernismo sobreagudo, condimentado de sensaciones que parecen ser muy raras y refinadas, exhala la insipidez nauseabunda del porvenir del vicio, del vicio siempre bajo y común, a pesar de sus disfraces y pretensiones diversas. Pero mucho espíritu socarrón, en esta novelita, de tonterías reticentes, observaciones penetrantes que quieren parecer absurdos. También talento, un talento desnudo y que busca siempre con una ingenuidad pícara y experta lo desnudo de las cosas, lo desnudo de las personas cuya ropa moral, todo a la moda que sea, no es siempre blanca.
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